miércoles, 22 de septiembre de 2010

Intento de subsidio (o lo que sea)

Ya no tengo nada que perder. Nada. El bastardo de mi padre no me deja utilizar su netbook. Me prometió el oro y el moro pero ya ni me calza… Puede ser que estos días grises y su inútil idea de mantener mi virginidad a toda costa le hayan hecho replantearse el cinturón de conversidad. Pero lo peor es que el muy canalla ha decidido no darme la contraseña de inicio de sesión del ordenador. No es ‘Converse’, esa ya la he probado. 
Ya no puedo contar mis hazañas peso a la inexistencia de aventuras en el mundo exterior. ¡NO puedo seguir viviendo así! 


¡Voy a subsidarme!


He decidido poner fin a mi existencia mediante una tentativa de subsidio. Trepé a la ventana cuando mi padre bastardo estaba fuera de la habitación y miré al infinito vacío que tenía bajo mis pies. El aire fresco del final de verano me susurró, a través de mis cordones y arandelas, del peligro que me acechaba. Realicé la cuenta atrás para iniciar el salto pero cuando me quedaba el último suspiro… paré. ¡Cómo iba a subsidarme si nadie me miraba!
Cierto es que una vecina (algo fea y gorda por cierto) me observó pero pensó, desde su punto de vista de rotunda obviedad, como buena televidente de Tele Cinco, que estaban ventilándome. Vamos, lo que conocen los mortales (sobre todo los borrachos) como tomar el aire. Después de sacudir su trapo de polvo y hacer la revisión de rigor retornó a la cueva donde habitaba.


¡Que me tiro...!


Por suerte mi padre entró en la habitación pasados unos minutos y contempló la escena brutal que tenía delante: ¡Su regalo queridísimo y carísimo de cumpleaños, o sea YO, iba a saltar al vacío para morir y no volver más! Consternado por mi acto subsida me imploró que volviera al interior. “¡¡N-U-N-C-A!!” Le grité con mi puntera de plástico… mientras mis lágrimas estallaban contra el cristal de la ventana. “¡¡N-U-N-C-A!!” Volví a gritar desde el desgarro de mi interior de tela… “¡¡N-U-N-C-A!! hasta que no me dejes volver a escribir mi blog y ver Tele Cinco. ¡Quiero hacer las cosas vulgares que hacen otras Converse como ver la tele de dudoso nivel intelectual y pasar el tiempo muerto viendo vídeos de youtube”. 


¿FIN?



El bastardo no se lo pensó mucho y aceptó las condiciones de rendición y redención. Se cree muy listo pero es completamente idiota y estúpido… ¡Mira que pensar que unas Converse pueden matarse desde unos pocos metros...! Según me contaron los niños vietnamitas que me cosieron aunque me tirase de un avión  en pleno vuelo sobreviviría… Vamos, que si me hubiera lanzado al vacío lo peor que me podría haber pasado era que me mease una paloma o que la vecina gorda y fea, en vez de gritar y cumplir con su guión,  bajase corriendo a birlarme adoptarme. Nada de lo que me pueda ocurrir en la calle normalmente. Tonto y bastardo. 


Yo sobreviviría...


He dejado apartada la idea del subsidio de momento aunque puedo reutilizarla a modo de llanto infantil. Siempre funciona. Los padres son así de tontos e inflexibles. No digo suicidio porque mi padre bastardo me ha contado lo de esa señora que cobra el ‘suicidio’ (en “Ola-ola” de Cuatro dijo exactamente ‘Yo no hago nada, cobro el suicidio’) y ya nada en mí tiene sentido. Lo mismo es una leyenda urbana de esas porque nunca te puedes fiar de un bastardo y menos si es tu padre. 
Yo no me quiero subsidiar y punto, que vivir son dos días y más para unas virginales Converse.

5 comentarios:

  1. http://twitpic.com/2zjgz0
    suerte, preciosas

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  2. Gracias por tus palabras. Te puedo contestar porque el bastardo de mi padre por fin me deja tocar el netbook para algo propio. Gracias isilik por presentarme a otras toxicómanas.

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  3. De nada, guapa. Tu padre es un auténtico capullo, sí señor xD

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  4. Oye, guapo... que las Converse somos asexuadas aunque con mis cordones y agujeros una hace milagros...

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