sábado, 11 de septiembre de 2010

He nacido, pero... (Y sin embargo hemos nacido)

Dicen que los bebés no conservan recuerdos. ¡Y una mierda! Lo primero que sentí fue como alguien que se ha autodenominado padre adoptivo me arrancó del útero donde habitaba con sus sucias manos, me desprendió de la placenta en formato A4 arrugao’ (algunos lo conocen como papel cebolla) y, entonces, vi la luz y a un ser monumentalmente feo. Sí, mi padre adoptivo. Lo peor de ese inenarrable momento es que el paritorio era un restaurante griego y yo era su trofeo. Un indigno regalo que iba a soportar sus sudorientos y olorosos pies toda una vida. ¡Maldito Bastardo!


Me lío todavía un poco con el touchpad y le he pedido a papá que me ponga el ratón


Recuerdo lo feliz que era en ese lánguido embarazo en una tripa-cartón de alquiler sumida en la más absoluta tranquilidad. Bueno, siempre había algún hijo de puta que quería provocarme el parto y metía sus repulsivas manos. Habitualmente les arañaba con mis cordones o les mordía con la puntera.
Me consta que algunas de mis hermanas fueron abortadas y reinsertadas numerosas veces a su útero. Es más, algunos fetos eran exhibidos como reclamo comercial con el más absoluto y vil desprecio y revendidos a parejas de dudosa procedencia a mitad de precio. Una absoluta vergüenza internacional que atenta contra los derechos zapatiles.


No sé por qué mi padre guarda el útero de mamá...

Yo era fastuosamente radiante siendo un clon en esa fábrica (y no de chocolate) de niños vietnamitas donde me engendraron. No me queda nada claro el rollo que me ha contado mi padre sobre flores y abejas ni eso de que no vaya a crecer... Sí recuerdo a sus dulces y pequeñas manos moldeando mi imagen con gran delicadeza y alevosía oriental. ¡Qué bella era! Y ahora me siento incluso algo vieja y pelleja… pese a tener menos de un mes y regalarle al bastardo de mi padre un spray espanta-polvos (no se llama así pero no he llegado a leer la etiqueta porque está en una estantería a la que no llego; bueno también tengo un poco de vértigo porque tengan en cuenta que unas Converse somos animales de suelo).

Sacando morros y besando a cámara

Parece que he sido buena y mi papá (le odio pero me obliga a llamarle así) me ha dejado utilizar Internet. ¡Hijo-pu (y lo que sigue)! Me pega en el culo si digo palabrotas y me mantiene virginal por una extraña fobia a que me ensucien y me pisoteen. Es gilipollas pero no me cae tan mal porque he visto cosas muy sucias por Internet y podría estar peor, mucho peor. Hay gente que hace cosas muy guarras y viciosas con sus Converse.

Mi padre bastardo quiere que empiece por el cine oriental


Les seguiré contando cosas en este blog que me ha abierto mi padre y espero que con mi cordones me apañe para teclear con suficiente firmeza aquello que pienso.
Yo creo que me lo ha creado para que me desfogue y me calce mejor por las mañanas pero eso será otra historia de mi diario, del diario de unas Converse cualquiera, de unas Converse que podrían ser las suyas. Pronto, dominaremos su mundo pero no se lo digan a nadie porque nadie les creerá.

Postdata: Iba a reírme pero me ha salido polvo por los orificios de los cordones y casi me asfixio. Voy a dar por culo al bastardo de mi padre para que me limpie un poco. Saludos desde el negror de mi marca. Sí, porque soy de marca y molo más.

2 comentarios:

  1. Gracias por la bienvenida. Mi papá bastardo me ha hablado muy bien de ti. Espero que también me ayudes a sobrevivir en este cruel y bastardo mundo.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...