En la
fábrica donde me cosieron los niños vietnamitas el fin del mundo era quedar
defectuosa y que te abortaran a una caja de cartón con otros engendros como tú.
Por suerte, nací con todos mis cordones y arandelas en su sitio y ya nada me
importa. ¿Qué es el Fin del Mundo? Pues que me quiten lo andado… Ahora que lo
pienso, espero que el final de los tiempos de los pies de los humanos y sus
apéndices con cabeza no sea tan terrible como una desgracia personal que me
ocurrió hace tiempo…
Como
recordarán, mi pater bastardo se fue a cortar el pelo pero lo hizo porque le
dijeron que en el bar de enfrente ponían muy buenas tapas. ¡Era cierto! Bueno,
yo no las vi porque estaba debajo de la mesa y me fijaba en el culo de las
zapatillas de la camarera. Al parecer mi pater bebió mucha cerveza y fue a
miccionar allí… No habían limpiado el suelo y los apéndices que están entre
medias de los apéndices humanos con cabeza y sus pies tenían mala puntería… ¡Me
quedé pegada al suelo! ¡Un suelo lleno de meadillos o vete tú a saber qué! ¡Qué
asco! Todavía vomito cuando veo a un perro mear…
La
sensación fue tan asquerosa que tuve que refregarme toda entera en alcohol
cuando llegué a casa. ¡Todavía estoy escupiendo! ¡Qué asco! Si su aniquilación es un 1% igual de parecida
y asquerosa les deseo suerte. Ahora que lo pienso tenía que haber puesto que las imágenes podían herir su sensibilidad... pero mejor así, para que se vayan acostrumbrado a lo que van a sufrir en breve.